Autor

EL OJO INDISCRETO Jose Ignacio Ferrer

Tengo palabra

21 de mayo de 2025

Desde que estoy en este oficio me he dado cuenta que en el periodismo se manejan varios códigos para poner luz y taquígrafo a la actualidad. Uno de ellos, cada vez más común influenciado por la inmediatez de las redes sociales, alimenta la especulación dando la espalda al rigor y la exhaustividad. En definitiva, se tira por tierra el principio básico de todo buen cronista: veracidad e imparcialidad.

Nuestro sector, muy poco dado a los focos mediáticos, está instalado en el terreno del hermetismo. Siempre intranquilo por si la trascendencia de la letra escrita embrutece su camafeo institucional. Un hecho que puede propiciar comunicar deprisa, sin precisión ni condescendencia hacia el emisor. Afortunadamente existen pocos ejemplos en el gremio de periodistas de la industria que abracen este estilo aunque excepciones las hay.

Me ha ocurrido en más de una ocasión que mi informante me ha solicitado no publicar la noticia o esperar a su difusión. Por compromiso personal y un sentido de la responsabilidad he aceptado tal ruego aunque me he encontrado que muchas veces he perdido una exclusiva por mi promesa. Luego el susodicho se ha escudado en pretextos absurdos y no me ha quedado más remedio que dejar correr el río de la tinta negra ante esa ausencia de integridad.

Recientemente me he topado con esta situación. El talante del profesional en cuestión ya presagiaba algún desaire pues en otros tiempos me regaló varios comentarios inapropiados. Ahora me dio largas para rematar la faena con una envolvente de magisterio. Sin excusarse o explicar el porqué de su proceder. Pero pese a estas conductas desconsideradas no voy a abjurar de mi forma de ser. Tengo palabra, otros no.

Esta actitud me ha granjeado cierta estima profesional aunque algún que otro incauto que esté leyendo estas líneas niegue mi afirmación. Simplemente rememoro ese diálogo mítico de mi idolatrado Billy Wilder en Con faldas y a lo loco. «No me comprendes Osgood. Soy un hombre. Bueno, nadie es perfecto».