Hace unos años, no muchos, los locales de juego y particularmente los salones eran considerados «tugurios» de dudosa reputación. Muchos de ellos cuidaban muy poco o nada su estética, alimentando una mala imagen social. Con el tiempo eso ha cambiado y observamos que en las calles más transitadas de diversas ciudades españolas el neón de los salones se codea con el comercio de ropa de marca o el local de tecnología punta.
El sector se ha desembarazado de ciertos complejos, aunque aún observo un timoratismo a la hora de visibilizar la actividad, y su acercamiento a la sociedad es mayor aunque a paso lento. Acciones emprendidas por empresas como Merkur Dosniha dignifican nuestra profesión. Recientemente ha puesto en marcha una iniciativa con DISCAESPORTS para apoyar la formación de deportistas con discapacidad. También ha renovado su acuerdo con Integra para un trabajo inclusivo. Ha apoyado al equipo olímpico español de canoa y se ha acercado al mundo universitario en el Job Day. Todo ello en parte a la labor encomiable de su directora de Relaciones Institucionales, Yolanda Barqueros. Sus años de experiencia en el sector, formación y sensibilidad ante la realidad social ponen de manifiesto que Merkur Dosniha quiere ser parte activa de nuestra comunidad.
Jugar a las tinieblas como antaño o invertir en premios de nula repercusión hacia la ciudadanía, desayunos en medios generalistas o reportajes para cabeceras nacionales no solo no tienen ningún efecto en el pueblo sino que me atrevería a decir son perjudiciales. Es preferible mantener contacto con asociaciones de vecinos, establecer sinergias con Universidades, cooperar por una mayor adaptación de los colectivos más vulnerables o un acercamiento al mundo clínico para desmontar leyendas contra el juego.
Aquí Merkur Dosniha representa un ejemplo a seguir. Ojalá más de uno, más preocupado por su narcisismo que por reflejarse en el espejo de otro, tome nota. Ya queda menos.