«Es un concepto evolutivo, en cuanto que el cerebro del menor está en constitución porque está inmaduro y es un cerebro de alta vulnerabilidad al impacto sensorial y eso hace que las nuevas tecnologías, en las que incluimos el juego y las apuestas, puede convertirse en algo repetitivo e incontrolable. No en todo el mundo, porque no estamos demonizando el juego, sino que hablamos de personas vulnerables, a quienes esa exposición les desarrolla adicciones comportamentales y en una fotografía de este cerebro no sabríamos diferenciar si el estímulo es el juego o una sustancia química», explica el doctor Augusto Zafra, responsable de la Unidad de Desintoxicación del Hospital Vithas Aguas Vivas, y añade «es por ello que la ludopatía es una enfermedad y no un ‘vicio’».
Una de las declaraciones recogidas en un reportaje sobre el juego publicado en valenciaplaza. En el mismo también destacan las manifestaciones del psicólogo Mariano Chóliz, sin duda polémicas, sin fundamentación y tendenciosas pues difieren de los resultados de las investigaciones ESTUDES y EDADES.
«Así, aunque las loterías y quinielas son los juegos en los que la población en general participa más, tienen un potencial adictivo mucho menor que el que tienen los juegos electrónicos (máquinas tragaperras o de apuestas), el juego online o incluso el bingo», señala Mariano Chóliz, catedrático de Psicología Básica de la Universitat de València y miembro de la Comisión del Juego de la Generalitat Valenciana».