El uso problemático de las cajas de botín, mecanismos de recompensa aleatorios que se ofrecen en los videojuegos a cambio de dinero real, actúa como puente entre la adicción a los videojuegos y las apuestas online, según una investigación de la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR), financiada por el Ministerio de Consumo.
Cada vez más videojuegos incorporan estas micro transacciones, que permiten al jugador (muchas veces menor de edad) conseguir ventajas en la competición.
Son especialmente controvertidas las cajas de botín que funcionan de una forma muy similar a la apuesta online, en tanto que también constituyen un mecanismo de recompensa aleatorio y se invierte dinero real para obtenerlo. Lo preocupante es que no se gasta dinero por adquirir la ventaja como tal, sino por la probabilidad de conseguirla. Por ejemplo, en un videojuego de carreras, no se compra directamente un coche mejor, sino que se paga por la probabilidad de conseguir esa mejora.
Esta compra puede presentarse en formato de cofre, sobre, ruleta, animal, caja u otras formas estéticas y simula las dinámicas de las apuestas, al ofrecer recompensas aleatorias a cambio de dinero rea. Esto contribuye a un comportamiento de riesgo que afecta tanto a menores como a jóvenes adultos.
Las cajas de botín son actualmente una de las principales fuentes de ingresos para muchas compañías de videojuegos.
236 menores apostaron
Contó con una muestra de 542 estudiantes en edades comprendidas entre los 11 y los 30 años: 236 menores y 306 adultos jóvenes (la edad media fue 17 años), procedentes de 24 centros educativos no universitarios de Cantabria, Castilla La Mancha, Castilla y León, Comunidad de Madrid, Comunidad Foral de Navarra, Comunidad Valenciana y País Vasco.
Para participar, los jóvenes tenían que haber jugado a videojuegos, comprado cajas de botín y apostado online en los 12 meses anteriores al estudio. Los participantes fueron en un 96,5% varones.