Torremolinos 18, uno punto ocho (que queda más molón), se anunció entre bombo y platillos como la Fiesta del Juego. Tal atribución mayestática pierde su valor puesto que en nuestro sector, cualquier guateque, sarao o convocatoria ya de por sí es una fiesta.
A lo que vamos y que deberían tomar buena nota los organizadores del Expo Congreso Andaluz, fundamentalmente Luis Escribano. El recinto no reúne las condiciones adecuadas para el bienestar del expositor y el visitante. El calor durante la jornada y media que duró el certamen fue asfixiante. Quizá el bueno de Escribano debería haber denominado la feria como la Fiesta del Adelgazamiento o la Fiesta de la Exudación. Un poquito de aire, por favor. Sin duda una cuestión que se podrá resolver en próximas ediciones. El tamaño del espacio expositivo es muy reducido, dificultando el paso de los asistentes, el trabajo de los reporteros gráficos y la visibilidad de algunas empresas, arrinconadas casi expiando sus culpas por no disponer de metros de contratación y tener que mendigar un trocito de suelo a otra firma. El Palacio de Congresos dispone de un segundo piso el cual podría servir para otros menesteres o ampliar la zona de exhibición.
En Andalucía se da mucha importancia a la gastronomía y todo lo que gira a su alrededor. La camaradería, el buen rollito, el chiste fácil o el gracejo del Sur. La barras instaladas en ambos lados del pabellón son para algunos pocos, aquellos profesionales de músculo supino parapetados negando el paso a los que solo quieren un poquito de agua. El mensaje "Comida para todos" está muy bien, pero en otras condiciones.
La mesa de los reguladores, expertos en la materia y de gran nivel profesional como expresó González Gago, alimentó muchos titulares de la prensa y no tuvo desperdicio. Sí, no contar con Juan Espinosa de la DGOJ (creo que tiene bastantes cosas que decir además de ser un gusto escuchar su diálectica), con María Ángeles Júlvez (cuya Comunidad Autónoma acaba de aprobar medidas para hostelería) o Natalia Caba (Cataluña) que prepara una regulación de acceso en los salones.
La organización patinó en el control de los tiempos. No es admisible entrar a las 11 de la mañana a un salón de conferencias y salir casi a las 13 horas, por interesante que fueran las ponencias como así fue. Resta mucho protagonismo a la exposición, pues la mayoría del público asistía a las charlas. Otro aspecto del que seguro que toma buena nota Escribano. También cerrar a las 19h, demasiadas horas para el número de stands a visitar.
En general el ambiente de Torremolinos fue el de siempre. Buen nivel de asistencia, mayoritariamente adscrita a la Comunidad Autónoma, presencia de destacadas compañías con algunas novedades, risas, encuentros, citas y abrazos. A la próxima, más.