Las Navidades son la época de la concordia, de acercamiento emocional tras un brindis colectivo, de cantos epifánicos alrededor de esa lumbre real o imaginaria que guía los últimos días del año. Las Navidades son blancas aunque para el sector coloreen más oscuro.
Cerramos 2023 siendo un curso particularmente difícil para la industria. Los tentáculos de los juegos públicos siguen atrapando a su presa favorita, el sector privado. Nuestra imagen mantiene el mismo escarnio social que hace décadas y la unión del sector, a la que hizo referencia Fidel Molina durante el último JuegoForum, está de vacaciones desde hace años. Con estos mimbres, Papá Noel solo puede traer desencanto.
Pero también hay que decir que el sector es resiliente, esa palabra tan de moda pronunciada hasta la saciedad por los coaches más televisivos. Y de la adversidad hacer su sayo. Luz se atisba al final del túnel. Prueba de ello es el caso de la Comunidad Valenciana. De hacer desaparecer casi a la totalidad de los salones a respirar un poco y permitir renovar sus licencias. En otros puntos geográficos de España pintan bastos pero el sector encarna el espíritu de superación más novelesco y se afanará por revertir la situación.
Como digo el escenario no promete luz ni muchas alegrías. Pero no habrá que perder, sobre todo dadas las fechas en las que nos metemos, esa ilusión tan propia de la Navidad. No sé si blanca o no.
