CEJUEGO quiere construir un discurso real sobre la industria del juego y para ello se ha puesto en manos de la consultoría Llorente y Cuenca. Po adelantado mi felicitación por esta iniciativa, sin duda necesaria dado el momento por el que atraviesa nuestro sector. Coincido con Luis Miguel Cabeza de Vaca en "la desinformación de los políticos", que no tienen ni pajolera idea de a lo que se juega en un bingo o cuál es la apuesta máxima en una máquina de un bar, pero sí saben abrir las manos para recibir "dinerito fresco" en forma de impuestos.
Ese político desconocedor y en ocasiones altivo – tenemos algún ejemplo cerca- hace suyo el sentir de la ciudadanía alimentada por las constantes noticias publicadas en gacetillas, webs incendiarias y redes sociales que en su afán por ofrecer información jugosa publican desatinos difíciles de reparar. Ahora el juego está en el ojo del huracán, se ha sentado en el banquillo de los acusados de ese tribunal popular implacable, voraz con la carne fresca representada en lo que sea. Da igual. Los partidos políticos de extrema izquierda, las asociaciones de ludópatas y los redactorcillos dispuestos a conquistar el González-Ruano, gastan sus horas para cubrir de lodo nuestro negocio. Y por fin una patronal como CEJUEGO se ha sacudido esa indefensión para acabar con el problema de credibilidad que tenemos ante la sociedad.
Por tanto muchas exclamaciones en Lagasca 88, sede de Llorente y Cuenca en Madrid y lugar de encuentro de CEJUEGO con los medios especializados el pasado viernes. También algún que otro interrogante. Con los políticos la tarea no va a ser fácil, pero son servidores del pueblo y a no ser que incuben un odio atávico – tenemos algún ejemplo cerca- escucharán y en algunos casos convendrán al orden de "disparates" regulatorios. Más complicado lo van a tener con los medios generalistas. Porque no a no ser que pases por taquilla – una entrada muy cuantiosa, les aseguro – van a hacer poco caso al sector del juego y cuándo lo atiendan será para publicar bazofia. Observen a su alrededor. En televisión, en redes sociales, en política, … vende el insulto, la grosería y el amarillismo. Espero que ese encuentro con los directores de las cabeceras importantes de España al que aludía Landaluce el viernes pasado discurra por los cauces del convencimiento de no estar ante unos golfos y desalmados. Algún plumilla sí lo es.
