Entiendo que las normas pergeñadas por algunos Gobiernos autonómicos muy sectarios con el juego puedan generar crispación entre el empresariado. No hay que olvidar que nuestra industria es un excelente contribuyente a las arcas regionales y si después de tantos años aportando al erario resulta que solo encuentras zancadillas en tu afán por mantener los negocios en pie, pues te enojas. Pero no es bueno entrar en un cruce dialéctico, subido de tono, con la Administración. Esto es como en el fútbol, por mucho VAR y mucha historia al final manda quién manda. Es decir, el árbitro y en el caso que nos ocupa, los reguladores.
Soy partidario del derecho a la reivindicación y el acto de protesta cuando está justificado. Y el sector del juego maneja argumentos suficientes para demandar. CEJUEGO y ANESAR convocaron a la prensa ayer para exponer su visión sobre el futuro reglamento de máquinas de la Comunidad de Madrid. En la nota de prensa posterior -buen trabajo de Llorente y Cuenca – denunció los “graves” errores técnicos que contiene el borrador de decreto sobre salones de juego y locales de apuestas de la Comunidad de Madrid, señalando que este borrador es “efectista y oportunista” y que contiene “medidas desproporcionadas”. Actualmente la sensibilidad hacia el juego ha provocado una atención desmedida de los partidos políticos, medios de comunicación y otros agentes sociales. Mentar el juego induce a una irritación epidérmica que no conoce ungüento posible. Está claro que su contenido obedece a cierto oportunismo, pero no es necesario proclamarlo a los cuatro vientos. Como tampoco evidenciar errores técnicos, pues para eso están las asociaciones – qué saben de juego más que los funcionarios y políticos– que deben guiar al regulador a la hora de una redacción mínimamente consensuada.
Por tanto apelo a rebajar los ánimos, moderar el discurso y esperar acontecimientos no desde la pasividad sino desde el trabajo. Recientemente hablé con un gran jurista de una Federación, hombre cabal y pausado y conocedor del negocio, quién reflexionó sobre lo que hacer en estos casos. Trabajar en la trastienda, desde el silencio mediático a sabiendas que habrá que capitular ante muchas medidas. Solo toca empuñar el pico y la pala para horadar en ese terruño reglamentario que a día de hoy siembra inquietud. Porque si no ocurrirá como en el fútbol. La protesta, gesticulación, teatralidad y airamiento es … tarjeta roja y expulsión. Tomen nota CEJUEGo y ANESAR para no quedarnos sin jugadores.