Autor

EL OJO INDISCRETO Jose Ignacio Ferrer

AGEO

30 de octubre de 2018

AGEO celebró la semana pasada su V Encuentro. El congreso organizado por la asociación presidida por Serafín Portas no ha perdido su esencia, cuyas señas de identidad son claras en la defensa y exposición de los principales temas que preocupan al recreativo gallego. Aquí no hay ínfulas por ser un evento a escala nacional como otros que al final se reduce a un folclore localista.

En AGEO irrumpió la figura del operador único de juegos en hostelería. Sin duda un gran avance para frenar la intromisión de otros productos (llámese del Estado) con ansias por ocupar una parte del negocio en los bares. Felicidades a Portas y todo su equipo, con especial mención a Santiago Moreno – por fin un abogado de discurso sencillo sin la jerga jurista que marea a los profanos – por alumbrar una salvaguarda fundamental para el negocio de las máquinas B.

Otro aliciente de la cita en Sanxenxo fue contar con José Antonio Gómez Yáñez. Aunque su omnipresencia en actos del sector resta originalidad a sus exposiciones, sus dardos en forma de crítica constructiva son bien recibidos. Derrama ácido sulfúrico en la templanza de muchos empresarios y reguladores, ofreciendo consejos que por lo que me temo aún no han sido puestos en práctica. Hay que venderse más y mejor, pero ésta es la gran impericia de la industria. Ojalá llegue aunque sea a base de bofetadas por doquier.

Pepe Vall, hombre meticuloso y cáustico, realizó una gran defensa de los salones. Un nicho de mercado vapuleado por la alarma social, equivocada en los destinatarios de su caza de brujas. Parece que el macartismo se ha instalado en el ideario de los progres. Pero no hay que tener miedo ante la imposición del control de acceso. Creo que el cliente del salón seguirá acudiendo haya o no un mostrador en la entrada. Y con esta medida disiparemos cualquier otro ataque a unos locales de entretenimiento. Solo entretenimiento.

Espero el VI Encuentro pues seguro deparará novedades. Mientras tanto sigamos trabajando porque son malos tiempos para la lírica.