El cierre de los casinos desde el 15 de octubre debido a la segunda ola del Covid-19 le cuesta al Grupo Peralada dos millones de euros mensuales, según ha explicado el consejero delegado del grupo que explota los casinos de Barcelona , Tarragona y el Castillo de Peralada, Javier Carrasco.
Carrasco da por perdido el 2020, ya que los locales han sido cerrados prácticamente medio año, y cuando han funcionado lo han hecho muy por debajo del nivel habitual. Según Carrasco, durante la desescalada del verano los casinos funcionaron un 60% por debajo del año anterior. En esta situación, el consejero delegado del Grupo Peralada prevé cerrar 2020 con números rojos, si bien con la esperanza de que con las vacunas del próximo verano se pueda producir un punto de inflexión y trabajar con cierta normalidad: "Hasta el 2022 no llegaremos a los niveles precovid ".
Además, el consejero delegado de Peralada avisa que el cierre de los casinos tiene un impacto directo en los ingresos de la Generalitat. En este sentido, recuerda que la tasa del juego aporta anualmente al Gobierno unos 250 millones de euros, de los cuales entre 25 y 30 millones al año los paga su empresa.
Carrasco asegura que el Grupo Peralada, por su posición financiera, ha podido hacer frente a las consecuencias de la pandemia en el negocio, pero la situación actual de cierre cree que "es insostenible a medio plazo". El grupo tiene actualmente en un ERTE el millar de trabajadores de sus casinos.
El máximo ejecutivo reclama acabar con la incertidumbre actual y quiere que la Generalitat incluya los casinos en el actual plan de desescalada por fases. El plan del Gobierno no hace ninguna referencia a estos negocios, a diferencia de otras como la restauración, los espectáculos y el comercio. "No entendemos esta diferenciación respecto a otros sectores", asegura Carrasco, que indica que el grupo se acomodará a lo que decida el Gobierno, pero pide que se aclare en qué fase podrán abrir y con qué condiciones.
Control de aforo
Carrasco recuerda que cuando pudieron abrir después del confinamiento lo hicieron con un aforo limitado al 50%, con medidas de distancia entre jugadores, de limpieza y desinfección de cada máquina después del uso para cada jugador, y mamparas que los separaban entre ellos. Además, indica que por el mismo negocio los casinos tienen un control de entrada como ningún otro, ya que se pide el DNI o un documento similar, lo que permite una gran trazabilidad. ara
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