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DESDE LA AVENIDA Juan Ferrer

Virtualidad

25 de septiembre de 2020

Hemos entrado de pleno en la fase virtual. Las reuniones de trabajo son virtuales y también las conferencias, las exposiciones de productos, las mesas redondas, los encuentros políticos y los contactos cotidianos entre amigos o profesionales. Estamos inmersos en un universo virtual que hace de la relación social un ejercicio mecanizado, distante, frío y carente por tanto de temperatura humana. Todo en ésta etapa que nos ha tocado vivir por culpa de la pandemia alienta el despegue entre las personas y fomenta la desconexión del factor humano, esencial para hacer del mundo un lugar más arropado y habitable, más cálido y personal.

No acierto a predecir en que quedará esto de la virtualidad. Si ha venido para quedarse o resultará transitorio. Lo que sí me consta es que de persistir con los hábitos virtuales, de hacer de su utilización una regla constante en el trabajo y en la vida iremos introduciéndonos en un proceso de deshumanización progresiva e imparable.

No veo al sector, ni a nadie, asistiendo como práctica habitual a ferias, presentaciones, debates o encuentros virtuales. Porque lo que el sector, y la gente pide, es la alegría del alma que es mirarse a los ojos, ponerse cara a cara, hablar y abrazarse, reírse y recordar y sumergirse en las aguas del acercamiento que son la salsa de la vida. Lo otro es lejanía y robotismo.