Al sector le va la marcha del trabajo, exhibe afán competitivo y trata de superarse y de traspasar barreras que redunden en un fortalecimiento de sus negocios. El sector tiene nervio comercial y respira creatividad. Pare ideas y las pone en marcha. En definitiva posee espíritu de superación.
La otra cara es la de compatibilizar trabajo con fiesta. Que al sector le gusta y no renuncia a casi ninguna de las que se le plantean. En las múltiples convocatorias que se le hacen, que cada vez son más, hay un espacio para el trabajo y un hueco para la fiesta, que en ocasiones resulta que es lo más importante de la cita, por lo que supone en la relación personal, por el abrazo, la campechanía y el jolgorio. Y esto lo comento desde la vertiente positiva que permite un acercamiento sectorial que se produce a través de la hermandad festiva.
Que este aspecto de las convocatorias resulta esencial es algo patente. Tanto que muchas veces supera en valor real para el empresario o el profesional a las conclusiones, análisis, ideas, charlas que puedan extraerse de las mesas o debates programados al efecto. Muchas veces con actores excesivamente conocidos que dejan poco lugar para la sorpresa. Por ese, viva la fiesta y vamos a ella.
