Valencia sigue sumida en el dolor y la impotencia. Dolor inmenso por las pérdidas humanas. Impotencia ante un futuro incierto para mucha gente que lo ha perdido todo. En medio de este panorama desolador los gobiernos central y autonómico continúan enzarzados en sus reproches y cruzando acusaciones sobre los fallos cometidos. Espectáculo a todas luces lamentable que califica a nuestra clase política de uno y otro lado.
En su día criticamos los errores de gestión del presidente autonómico y su equipo. De la misma quedó claro que hubo exceso de incompetencia política y falta de previsión. Una tragedia de las dimensiones vividas demandaba de la actuación de responsables públicos mucho más capacitados. ¿ Y qué decir del titular del ejecutivo nacional con aquéllas esclarecedoras palabras de «que cuando quieran algo que lo pidan…»
En ésas andamos cuando se nos anuncia, a bombo y platillo, que el presidente del gobierno de España acudirá a dar explicaciones sobre la Dana de Valencia, las intervenciones de él y sus ministros en el escenario del drama, y las medidas adoptadas para tratar de paliar los efectos de la catástrofe el día 27 de noviembre. O sea un mes después de que Valencia se hundiera en el fango de la muerte y desolación. La cita parlamentaria, ¿ no resulta alucinante por lo tardía ? ¿ No ha tenido un hueco, de unas simples horas, el señor presidente para ocuparse de la tragedia más desoladora que ha conmocionado a nuestro país en muchos años ?
La insensibilidad política del mandatario en cuestión se define por sí sola. Y luego está la sumisión de los medios afines que no han suscrito la menor crítica sobre tan dilatada tardanza y la actitud de muchos de sus votantes que no ponen reparo alguno a las decisiones de su amado líder, que jalean en cualquier circunstancia, con tal de que no venga la ultraderecha.
Es atroz e incalificable éste retraso del presidente en sus explicaciones. Igual de atroz que el alto grado de conformismo con el que muchísimos ciudadanos aceptan y respaldan los actos de un tahúr de la política.