Nadie como él hace cumplido honor a su apellido. Es un tipo frágil de formación y tirando a inculto. Que vive de la provocación, del insulto, del titular ofensivo y la grosería como norma de conducta. Es faltón por naturaleza y no se respeta ni a si mismo. Y provoca estupor que un individuo de estas características personales, tan poco recomendables, sea un representante político de la ciudadanía. Tampoco es de extrañar demasiado si nos atenemos a muchos de los perfiles que ocupan escaños en el parlamento. Que no son tan rufianescos porque no han ensayado, pero si se ejercitan pueden emularle.
La formación de la que el tipo en cuestión es uno de sus portavoces, más bien de sus faltones, ERC, quiere que se cierre el Hipódromo de La Zarzuela. Y como no podía ser de otra manera, aprovecha la oportunidad para atacar a la corona y meterse con el ciudadano Borbón, todo muy zafio de acuerdo con la marca de la casa, de la que este payaso es su principal incendiario.
Me traen al pairo los problemas del Hipódromo de La Zarzuela, entre otras razones porque los desconozco. Pero no soporto ni un minuto mas, ni en el juego, ni en la política, ni en la vida cotidiana, que se preste atención a un rufián que, como mínimo, cada mañanita tendría que despertarse aprendiendo un poco de urbanidad. Solo un poquito.