Torremolinos cumple éste mes la doce convocatoria de su Expocongreso. Este es el hoy de una cita del juego andaluz que tuvo su antecedente, bastantes años atrás, en la feria que montaba Ortega, chiquita pero coqueta, y que servía de pretexto para darse un garbeo por la playa, encontrarse con los amigos y escaparse en busca del pescaíto frito que es uno de los grandes alicientes gastronómicos de la zona. Torremolinos fue durante mucho tiempo una fecha fija del calendario sectorial que luego mudo a Málaga y su palacio de congresos hasta diluirse y ser reemplazada por el evento que tomó carta de naturaleza a instancias de la iniciativa materializada por las asociaciones empresariales del juego.
Lo que quiero decir, para situar las cosas en sus justos términos, es que lo de Torremolinos como centro del juego, y muy en particular de las máquinas recreativas porque del bingo no había nada hasta que se personó allí Félix Sánchez con su FB Técnicos Asociados de él y de Bernardino, es que la idea primitiva fue de Ortega, que la trabajó y cuidó por espacio de muchos años. Con posterioridad trató de rescatar la iniciativa y no obtuvo la respuesta que esperaba y que tal vez merecía por ser el padre de la criatura.
Torremolinos adoptó hace once años un nuevo formato, siendo auspiciada por varias compañías que han apostado fuerte por la plaza al tiempo que han desestimado otras. Una economía de libre mercado es terreno abonado para ejercer la libertad empresarial. Andalucía entraña la característica comercial de ser un mercado muy amplio que en cuestión de máquinas recreativas despierta interés y plantea ciertas posibilidades de negocio. Las propias de citas en las que más que vender máquinas se intercambian abrazos. Pero lo cierto es que el evento está plenamente consolidado, goza de múltiple asistencia y del beneplácito de quienes lo respaldan. Pues entonces sólo hay que desear que los que acudan se lo pasen en grande. Con pescaíto frito incluido.