Los empresarios del juego son los primeros interesados en que sus negocios se desarrollen en un marco de normalidad regulatoria en el que se preserven todas las garantías, tanto para los usuarios como para aquéllos colectivos vulnerables que deben ser protegidos. Por ello han ido acogiendo con satisfacción cuantas medidas se han ido adoptando para alertar sobre los peligros derivados de las adicciones y extremando los controles destinados a impedir la intervención en las prácticas de azar de menores y prohibidos. Y las decisiones tomadas en ésta materia han representado desembolsos económicos para el sector que se ha mostrado siempre predispuesto a colaborar en ésta política de mayor rigor y responsabilidad para el juego.
Dicho esto no está de más señalar que se está usando y abusando del lema sobre el juego responsable. Se suceden las campañas, los seminarios y las cumbres de juego responsable de las que se desprende alarmismo y en las que se deja entrever que la actividad se realiza al filo de la ley, cuando no se insinúa que se la está transgrediendo. De ésta reiterada apelación a la responsabilidad en el juego se benefician no pocos vivales con subvenciones y otras prebendas que cargan las tintas respecto a las amenazas socioeconómicas del juego y sacan tajada del mismo.
En España todos recuerdan la etapa de una directora general del Juego de Cataluña, de ideología comunista o afín, que durante su ejercicio del cargo no se ocupó nada más que del juego responsable – que al parecer no lo era hasta que ella asumió su responsabilidad –, promoviendo estudios realizados por personas de su cuerda y muy bien pagados. Del resto de lo que tenía que hacer apenas se enteró.
Bien está que se cumplan a rajatabla las normas del juego responsable en todos los ámbitos. También y con extremada rigurosidad en el juego en la red. Pero basta ya de aventar los fantasmas del juego presuntamente irresponsable, que es una forma de condena sibilina de un negocio tan legal como supercontrolado; basta de hacer el culo gordo a quienes tras la pantalla de extremar la responsabilidad no hacen otra cosa que engordar sus bolsillos. A eso juegan y ganan.