Por regla generalizada las relaciones de las asociaciones empresariales del juego con las Administraciones Autonómicas no suelen ir más allá de los contactos más o menos frecuentes con los directores generales responsables de la actividad. No se llega casi nunca, y en ocasiones nunca, al escalón superior del consejero de turno. En contra de lo que acontece con otras actividades los políticos procuran rehuir los encuentros con los empresarios del sector. Y esto es así por que existen prejuicios sobre el juego de los que la clase dirigente no se despoja en unos casos y en otros por mera ideología política.
No se tienen noticias, salvo en eventos inaugurales, que un consejero acuda a un casino, un bingo o un salón. No lo hacen los directores generales y por tanto mucho menos sus superiores. El estigma del juego se deja sentir. Recuerdo sin embargo que con motivo de su presencia en EXPOJOC el entonces consejero de Hacienda de la Comunidad Valenciana, Juan Carlos Moragues, del PP por más señas, se interesó vivamente por los asuntos del juego y poco después visitó una sala de bingo, circunstancia inédita hasta entonces, para interesarse por la implantación de una nueva modalidad. Aquello, por lo inususal, revistió caracteres de acontecimiento.
Es positivo que el consejero de Hacienda de la Junta de Andalucía, Juan Bravo, al que acompañaba Manuel Vázquez Marín, convocara días pasados en Sevilla a los directivos de todos los subsectores del juego. Allí se repasó la actualidad del sector y las medidas adoptadas al tiempo que se cruzaron opiniones. Es un hecho digno de resaltar por lo que implica de compromiso con el juego por parte del consejero.
Al margen de lo sucedido en Andalucía y a escala nacional lo que hay que tratar de conseguir es acrecentar el diálogo con los directores generales e intentar subir un escalón para que los responsables de la materia conozcan de primera mano la realidad del juego. Y se involucren sin apriorismos y despojándose de falsos relatos.