Una señora de edad avanzada, simpática y habladora, con la que coincido alguna vez paseando ella y yo nuestros respectivos perros, que se hacen carantoñas al encontrarse, me decía el otro día en el colmo de su sorpresa: “Oiga, que me he enterado hoy porque me lo ha dicho una amiga en el supermercado: ¿ es verdad que además del presidente del gobierno tenemos 22 ministros y ministras ?. Yo no creía que había tantos pues sólo conozco a cuatro o cinco de verlos por la tele. ¿ Y los otros donde están, que hacen ? Y ¿oiga, al enterarme, aunque no se mucho de éstas cosas, me pregunto: ¿ Podemos pagar tanto ministro y ministra y ver a las puertas de la Casa de Caridad a cientos de familias, algunas de porte muy respetable, haciendo cola para poder comer ? ¿ Usted tiene alguna explicación que darme para que comprenda lo de tanto ministro y ministra ?”
Le digo a la buena señora que sí, que no le han engañado, que son 23 los miembros del gobierno. Y que sí a la mayoría no los conoce es por la razón de que son unos pocos los que salen por la tele. Los otros no aparecen porque tienen muy poco trabajo y así y todo alguna vez se cuelan en la pequeña pantalla para no decir nada, o como mucho alguna tontería. Le informo de que se imponía un cupo obligatorio para colocar a los chicos y chicas de Podemos, aquéllos que ponían a parir a la casta y ahora trincan un sueldazo y no se apean del coche oficial y los 17 asesores por cabeza, contratados a dedo. Y le informo de paso que disponemos para garantizar nuestro bienestar del gobierno más numeroso de Europa, con dos curiosidades dignas de resaltarse: que la mayoría poseen una licenciatura justita y no han conocido oficio alguno.
Después de escuchar mis explicaciones a lo pobre señora le dio un vahído y tuvimos que llamar al SAMU. Impresiones tan fuertes a su edad suelen ser difíciles de digerir. Aun así, esta mejor.
