Los servidores públicos, llaménse ministros o personajes de segunda fila que viven y chupan de la política, vienen protagonizando francachelas, juergas, orgias, cuchipandas y todo tipo de expansiones de carácter festivalero, gastronómico y libidinoso con señoritas de su misma condición. Ellos trabajan en lo público y ellas también, así que existe una afinidad entre ambos que facilita el entendimiento y excita los sentidos hasta convertir sus encuentros en explosiones de tantísima efusividad y lujuria como de muestras de generosidad por quienes chupan de la teta pública — aquí todo es público — y no les duelen prendas a la hora de colocar a sus señoritas de compañía cuando la que paga es la hacienda de todos, la que nos tiene tiesos con sus sablazos y a la que contribuimos para que los mendas citados puedan cobrarse los favores de sus protegidas.
Aquí, en éste lugar llamado España, a nadie de los que mandan se le cae la cara de vergüenza cuando un día sí y otro también nos desayunamos con historias esperpénticas, zafias, casposas, propias de una historieta de Segura cuando dirige en plan guarro. Nos tragamos los relatos de la corrupción, de la degradación de lo público, del tocomocho político con ribetes burdos, de las escenas rijosas que van desvelándose con participación activa y efusiva de engolados padres de la patria, con la más increíble naturalidad. Acostumbrados a los mayores desafueros nada parece afectarnos ni sorprendernos. Todo es materia comestible que nos zampamos sin que nos den retortijones de estómago. Todo pasa sin alterar la digestión, la del estómago y la de la cabeza, que ni bulle ni se altera.
Que bonita comunión la de nuestros prohombres políticos, los que airean la honradez y trasparencia como sus indestructibles señas de identidad, con las chicas o señoras doctoradas en la asignatura de lo público que lo sienten en lo más íntimo, lo de lo público digo, y que por eso, por dicha razón se aplican en el acercamiento efusivo con los representantes oficiales de lo idem para depararnos relatos de una desvergüenza y una cutrez asustantes. Pero tranquilos. No pasa nada. Lo público es lo público, damas y caballeros. Que lo pasen bien y no se distraigan con la actualidad. Es siempre la misma. Bochornosa.