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DESDE LA AVENIDA Juan Ferrer

Santiago Grisolía y EXPOJOC

3 de octubre de 2025

Las vueltas que da la vida. La próxima edición de EXPOJOC, Valencia 25 de marzo, se celebrará en el Auditorio Santiago Grisolía de la Ciudad de las Artes y las Ciencias. Y éste dato me lleva a mi relación directa con Grisolía. Un bioquímico español, discípulo de Severo Ochoa, que hizo una grandísima carrera en Estados Unidos donde se casó y tuvo hijos y fue candidato al Nóbel. Regresó a Valencia ya con edad madura, creó los Premios Jaime I y desempeñó un papel preeminente en la vida científica y cultural de la ciudad.

Nada más volver a Valencia contacté con Santiago Grisolía. Estaba yo organizando unas jornadas de homenaje a la memoria de Vicente Blasco Ibáñez en el Ateneo Mercantil. La intención no era otra que reivindicar su figura como novelista de proyección internacional que había sido silenciada por el régimen franquista por su volcánica ideología política. Grisolía participo en una mesa de la que fui moderador junto a otros destacados periodistas y escritores.
Tan alejado durante un puñado de años de Valencia y lo valenciano pensé de antemano que Grisolía saldría del paso con una exposición protocolaria sobre la vida y obra de Blasco Ibáñez. Me equivoqué por completo. Realizó una brillantísima semblanza de la labor literaria del gran escritor, incidiendo en su estilo naturalista y en la gran aportación a la novela que títulos como «Cañas y Barro», «Entre Naranjos» o «La Barraca» habían hecho a la literatura universal. Toda una lección la suya propia de un erudito cuya amplísima cultura traspasaba con autoridad todos los limites imaginables. Nunca olvidaré el magisterio intelectual del que hizo gala en ocasión tan memorable, puesto que hablo del primer gran homenaje que se rindió en la ciudad a la gigantesca figura de Blasco Ibáñez.

Pasado el tiempo, y vuelvo con los vaivenes de la existencia, solía reencontrarme con frecuencia con Grisolía en la Marisquería Kayuko, tristemente desaparecida, de la que era como yo cliente muy asiduo dado que vivía en la misma calle. En alguna ocasión lo vi acompañado por su maestro Ochoa. Ya nonagenario y con evidentes limitaciones físicas no perdía la costumbre de acudir al restaurante. Y satisfacía su buen gusto culinario degustando las frescas gambas de Denia y saboreando un vino reserva. Grande Santiago Grisolía que me sorprendió y deslumbró por su análisis profundo y acertado sobre el pulso literario de Blasco Ibáñez. Que era el de un titán de la novela.