La hostelería de Madrid ha vuelto a bautizar a la presidenta de la Comunidad y ahora la llama Santa Isabel. Una parte del pueblo madrileño, con su natural espontaneidad y sus dosis de ingenio, quiere expresar así públicamente la gratitud que siente hacia Isabel Díaz Ayuso por su gestión en la pandemia. No olvida que la presidenta peleó lo indecible para salvar a los hosteleros del caos económico, de la desmoralización colectiva y de un derrumbe que hubiera sido letal para la propia Comunidad. En situación tan dramática la mandataria tuvo agallas, temple para aguantar y valentía para decidir y esa lección política ha quedado escrita.
La proyección política de Isabel Díaz Ayuso es digna de estudio por lo que representa de superación personal y de saber nadar contra corriente. La primera vez que se anunció su candidatura a la presidencia no pocos en su partido se mostraron escépticos ante el nombramiento. La izquierda fue mucho más allá: la menospreció y la hizo blanco de pullas e insultos. Poco menos que la tildó de disminuida mental y ahí sigue. Con sus palmeros a sueldo haciendo coro.
La realidad hoy, pese a que les jorobe a muchos, es que Isabel Díaz Ayuso es una política madura, valiente, sin complejos, que entra en los temas de frente y por derecho y no se amilana ante los ataques ni las descalificaciones. Tiene capacidad para empatizar. Su figura ha trascendido al exterior. Por todo ello no queda más que rezar para que Santa Isabel nos proteja de cualquier mal. Que así sea.