Autor

DESDE LA AVENIDA Juan Ferrer

¡Salvar el bar!

8 de abril de 2025

Me parece acertada la idea de la Junta de Castilla y León de ayudar con hasta 3.000 euros para el mantenimiento de los bares en poblaciones del territorio de menos de 300 habitantes. Pueblos de la España despoblada, pueblos que van perdiendo de manera progresiva el pulso humano, pueblos sin paisajes de entretenimiento para los que el bar, modesto y familiar, es un pequeño reducto donde se cultiva la convivencia y se alegran los ojos. Escenario de partidas de cartas o dominó, del guiñote y el carajillo, de la tertulia evocadora y el repaso a una cotidionidad que transcurre sin sobresaltos y representa el último refugio para quienes se resisten a abandonar la tierra donde vieron la primera luz del día.

El bar perdido en una geografía que ha ido despojándose de manera gradual de aliento vital, es tabla de salvación para gentes de edad avanzada para los que es espacio de palique, de emociones minúsculas que reconfortan, de expansiones intimas capaces de sacudir la indolencia de los pueblos donde el tiempo parece haberse detenido y nunca pasa nada, excepto cuando se canta el siete y medio o se gana jugando al chamelo. Que alegría se alberga al saber que tienes pagado el vermú o la copa de coñac gracias a tu osadía para el envite o tu maestría para hacer del azar una apuesta segura.

El bar del pueblo admite la calificación de modesto museo. Sus alacenas custodian botellas de coñac o anís cuyas marcas son un canto presente a un tiempo inmemorial. Botellas a los que el paso de los años ha ido dando una pátina dorada propia de un pasado que ya sólo se hospeda en la memoria de los viejos del lugar que son la mayoría del censo de la población.

Bien por la Junta de Castilla y León. Se impone poner manos a la obra y salvar al bar amenazado por la desaparición en pueblos para los que su presencia sigue siendo imprescindible por ser un canto de esperanza y vida para aquéllos que se aferran, en una postal semidesértica, a ambas tablas de salvación.