El juego presencial ha padecido en España el estigma de la prohibición absoluta en materia publicitaria. Con posterioridad se ha ido abriendo la mano pero de manera tímida. La mordaza, la limitación, el control casi policial sigue con su sombra alargada descendiendo sobre el juego.
Como contraposición se montó barra libre para la publicidad de las apuestas y el juego por internet. Una situación que debería haberse regulado con sentido del equilibrio y nunca permitiendo a unos tanto y a otros tan poco.
Ahora el consejo de ministros quiere poner coto a la publicidad de apuestas y juegos en red anunciando una serie de medidas restrictivas que se irán aprobando. Mi opinión es que en una economía de libre mercado las limitaciones deben ser muy meditadas. Denuncio, por intolerable, el silencio impuesto al juego presencial. Y tampoco me gusta el desmadre del otro. Pero en cuanto a restricciones, las justitas. Que hemos tenido y soportado muchas y muy gordas. Y no es cuestión de desandar lo andado.