Oiga usted que estoy saturado con esto de la responsabilidad en el juego. Que a la vista de lo que sucede cada día con el tema se saca la falsa conclusión de que el sector hasta hace poco se ha gestionado de manera irresponsable o casi. Y no es verdad porque la mayoría de empresarios han tratado por todos los medios de cumplir con la ley a rajatabla y de contribuir a crear las mayores condiciones de seguridad en sus salas para que su oferta de juego discurriera por unos canales sometidos férreamente a las disposiciones vigentes y garantistas de una actividad extraordinariamente controlada. Responsabilidad corporativa por descontado que sí y aplicada al máximo. Pero tampoco es cuestión de pasarse con el tema, porque de reiterarnos damos la impresión de que somos los operadores los que encendemos las luces de unas alarmas que en la realidad no son tales.
Quién se expresa de ésta manera es un veterano operador que lleva toda la vida en el sector y a quién le preocupa, y en el fondo le duele, que se insista tanto, venga a cuento o no, sobre el ejercicio de la responsabilidad en el juego. Porque cuando son las propias empresas de la industrias las que no paran de hablar sobre el asunto, dando cuenta de la implementación de medidas sobre el particular y hablando de iniciativas en ése sentido lo que están haciendo es dando pie para que las administraciones recelen. Para que piensen que tanto apelar a la responsabilidad es señal inequívoca de que todavía hay huecos que tapar o deficiencias que corregir.
El sector lleva tiempo muy implicado a fondo en todo aquello que concierne a la responsabilidad social. Y no de palabra: con hechos tangibles e inversiones económicas. Los empresarios se afanan en hacer de su oferta de entretenimiento un ejercicio seguro, divertido y saludable. Reiterarse en una cantinela o sobredimensionar el asunto de la responsabilidad equivale a opositar a que la realidad del sector sea objeto de sospechas o serias dudas que en modo alguno responden a la seguridad que hoy desprenden más del noventa por ciento de establecimientos de juegos. Así de claro y hablando con propiedad.