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DESDE LA AVENIDA Juan Ferrer

Responsabilidad toda, pero sin pasarse

10 de junio de 2025

Confieso que me da mucha pereza volver sobre el asunto. Es un tema recurrente y aburrido. En Burgos y provincia se realizaron en 2024 más de mil inspecciones a locales de juego. ¿ Cual fué en dicho período la presencia de menores detectada por las Fuerzas de Seguridad del Estado ? Ninguna, cero. Y ahora viene la pregunta: ¿ Sirven éste y otros datos de idéntico cariz para que al menos se atenúen las campañas contra el sector basadas en la entrada de chavales en los salones? Los hechos demuestran que no, que la cantinela persiste en las esferas políticas y sociales que hacen del juego privado el blanco de sus descalificaciones. Nadie se acuerda llegado el caso del libre acceso de la juventud a la compra de los rascas que se ofrecen en las inmediaciones de los centros escolares y en múltiples puntos de venta más. En éste apartado reina el silencio y la mirada para otro lado. Los juegos públicos o semi gozan de la total protección estatal y nada perturba ni mancilla su blanca ejecutoria. No me negarán que la cuestión tiene muchos bemoles.

Es evidente que los resultados de las inspecciones no inciden para nada, o casi nada, en las actitudes de las administraciones y de las entidades sociales que tratan, analizan y legislan sobre el juego. La realidad es la que es y poco valen las radiografías cuando se abordan los temas bajo la óptica de los prejuicios o los clichés propios de un sectarismo rancio.

También debo decir que el sector no suele reaccionar con la fuerza requerida llegada la hora de airear unos datos que desmontan los argumentos de relatos insidiosos o simples bulos. Lo más que hace es insistir ¿ o no en demasía ?, respecto a su sentido de la responsabilidad y su voluntad de traNsparencia. Pues sobre ésto último no estaría de más poner los puntos sobre las íes en lo tocante a los menores, ¿ Saben que les digo? Que el relato me cansa y mucho.

Sigamos con la responsabilidad pero, por favor, no nos pasemos de rosca. No hay que autoinculparse si el presunto delito no existe. O su repercusión no conlleva daños significativos. Porque lo que estamos haciendo es autoflagelarnos. Y tampoco es eso.