Autor

DESDE LA AVENIDA Juan Ferrer

Responsabilidad máxima y formación

24 de octubre de 2025

Siempre que se abordan cuestiones relativas al juego privado surge la necesidad de intensificar al máximo la responsabilidad social corporativa. Un tema recurrente que se esgrime con reiteración sin señalar o ignorar deliberadamente que el sector es el más empeñado en exhibir el sentido de la responsabilidad como principal bandera identificativa.

La responsabilidad en el ejercicio del juego como factor de entretenimiento nace de la empresa y se hace visible en la capacitación profesional de sus empleados. Que cada día que transcurre se intenta potenciar mediante cursillos de formación destinados a estimular a los trabajadores del sector y dotarlos de los conocimientos necesarios para que su labor en las salas resulte eficaz, atenta y abierta a la toma de decisiones frente a la solución satisfactoria de posibles incidentes.

En una esfera tan delicada y que entraña tanta importancia para el normal funcionamiento de las salas de juegos es de resaltar la iniciativa que adoptó en su día ANESAR y cuyo plan formativo que se inició en 2022 se ha venido consolidando e incrementando su influencia como testimonio fehaciente de ser una herramienta muy válida.

Los datos son el más claro exponente del buen funcionamiento del proyecto. Si nos ceñimos a lo acontecido en lo que va del año 2025 resulta que son 238 empresas de salones las que se han sumado a la iniciativa y en la que han recibido la formación correspondiente un total de 8.725 trabajadores, porcentaje que habla muy a las claras del grado de implicación del sector en un asunto tan sensible y de tanta trascendencia.

Los salones son atacados con saña por agrupaciones políticas de filiación identificada y sus correas de transmisión. Y encuentran eco y máxima resonancia en muchos medios generalistas. Nadie comenta sin embargo el esfuerzo y empeño que ponen sus empresas para hacer de la responsabilidad un elemento de seguridad cada día más afianzado. Dato ignorado de manera deliberada para seguir con las campañas de descrédito y demonización. Todo obra de una política basura y de unos medios entregados, previo pago, a la misma. Así se escribe la historia o el relato sectario que es lo mismo.