Ante las elecciones autonómicas se avecinan cambios en los gobiernos y cambios para el juego. Y algunos empresarios, con los que he tenido la oportunidad de hablar sobre el asunto me han confesado: “¿Sabes que te digo? Pues aquello del refrán: madrecita que me quede como estoy”.
Los hay que piden la continuidad y también los que ponen velas a San Pancracio, que es un santo milagrero, para que les den puerta a aquéllos que da la impresión que asumieron el cargo más como un castigo que como una prebenda y por eso abandonarán el despacho, si lo hacen, habiendo hecho poco o nada por el juego. Que parece que sí, que efectivamente los hay de ésta categoría.
Sin embargo dentro del escalafón de reguladores se encuentran nombres que por su prolongada duración en el desempeño de su cometido, y sobre todo por su implicación con el sector al que han defendido contra vientos y tempestades, algunas tan perturbadoras como recientes, cuentan con el reconocimiento y respaldo del sector, que enciende velas para que prosigan con su impecable labor. Nombres como Luis Miguel González Gago, decano en la regulación sectorial, Fernando Prats o Isaac Sanz, por citar tres ejemplos de compromiso con el juego y su evolución sería más que deseable que siguieran en sus puestos. Aunque por sus trayectorias y el resultado de su gestión estén facultados para aspirar a cargos de mayor enjundia. Pero ejercitando nuestro derecho al egoísmo desde aquí lo pedimos: que sigan los buenos.