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DESDE LA AVENIDA Juan Ferrer

¿Qué se espera del Foro del Bingo?

30 de marzo de 2016

Es el interrogante que flota en el ambiente cuando faltan pocos días para la celebración del Foro Nacional del Bingo organizado por FEJBA con la colaboración de CEJ.

De un evento monográfico de ésta naturaleza hay que pedir ideas de refresco, propuestas imaginativas que sean realizables y salirse de los tópicos, las monsergas y los lloriqueos. Al empresario debe exigírsele que asuma su función como tal. Y en ello implica poner al servicio de unos objetivos destinados a la mejora del negocio medidas de fuste, consensuadas, que facilitan la evolución. Del conocimiento del público, de la prospección sobre nuevos mercados, de las herramientas que facilitan las tecnologías punteras hay que extraer las conclusiones precisas para perfilar un escenario del bingo renovado, puesto al día, acorde con aquello que más puede sintonizar con la sociedad de nuestro tiempo. Un tiempo que queda muy alejado de aquél en que se legalizó el bingo, etapa gloriosa con las salas a rebosar y el dinero alegre; e incluso que no es el mismo tiempo de hace una década, porque las mutaciones sociales, los hábitos, tendencias y aspiraciones de la ciudadanía se transforman a velocidades siderales. Y el bingo, como otras fórmulas de ocio y entretenimiento, demandan de conceptos distintos que, respetando sus esencias a las que no se puede ni debe renunciar, introduzcan en las salas más alegría y menos monotonía. Que anticipen un futuro basado en la imaginación llegado el momento de proponer y en productos que devuelvan el bullicio perdido a sus locales.

Este es el papel que tienen que desempeñar los empresarios. En cuanto a los reguladores deben de asumir lo fundamental: El bingo no levantará cabeza en tanto sus empresarios no ejerzan sus cometidos con un imprescindible margen de libertad. La libertad empresarial, amplia y con unas líneas de control, resulta irrenunciable si se pretende que el negocio se mantenga y prospere. Que crezca, genere ingresos públicos y fomente el empleo. Para ello el empresario necesita capacidad de maniobra, flexibilidad llegado el momento de ofertar y decidir en función de las demandas de su clientela; reclama, en definitiva, moverse sin las mil y una trabas que lo supeditan a las disposiciones reglamentarias y mutilan su derecho a dirigir.

Mientras ésa flexibilidad no sé de el bingo  y sus empresarios seguirán cautivos de una rigidez normativa que anula una parte sustancial de sus funciones. De ésto es crucial hablar alto y claro en el Foro que se avecina. De no avanzar en ése sentido, el mañana carecerá de futuro.