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DESDE LA AVENIDA Juan Ferrer

¿Qué le espera al juego y a España en el 2016?

7 de enero de 2016

¿Qué espera el juego de éste 2016 que acabamos de estrenar? Lo mismo que el resto de sectores que mueven la economía del país: que la situación política trasmita la estabilidad necesaria para que la recuperación económica prosiga su lenta y esforzada marcha, que los inversores continúen confiando en nuestra nación sin sobresaltos y que las empresas sigan teniendo el terreno abonado para impulsar proyectos de crecimiento y generar empleo.

¿Será todo esto posible en los próximos doce meses? No hay que ser pesimistas y pensar que existirá cordura suficiente para no poner en riesgo lo que tantos sudores y sacrificios han costado a la inmensa mayoría de españolitos, muchos de los cuales han salido materialmente baldados de una recesión que se ha llevado por delante empresas, puestos de trabajo y llevado el más sangrante de los desequilibrios a las economías domésticas.

Sin embargo, frente al sentido de la responsabilidad política al que hay que apelar en momentos cruciales de la historia de un país, y éste lo es en el nuestro, surgen las ambiciones personales que anteponen el interés individual al colectivo; las componendas contra natura que nunca salen bien por nacer contaminadas; el confundir el opositor con el enemigo, al que tan aficionados somos por éstos predios donde la pura controversia desemboca en ocasiones con el destilamiento de un odio feroz al que tenemos enfrente y con el que, muchas veces, nos enfrentamos finalmente más con las vísceras que con la razón.

España está viviendo es éste alborear de 2016 una de las etapas políticas más complicadas y difíciles de resolver desde que iniciamos una transición modélica que algunos se pirran por dinamitar. Y para salir del callejón en el que nos hemos metido, merced a los votos cosechados por los vendedores de humo y a los perdidos por quienes nunca acertaron a valorar la  dimensión de sus errores, hay que apelar a la mesura política, al sentido de estado de los padres de la patria y al rechazo de los aventurismos que se saldarían con la dinamitación de una buena parte del bienestar conquistado. Es imprescindible encarar 2016 con los partidos haciendo acopio de sensatez y desdeñando el todo vale cuanto es tanto lo que nos jugamos. Lo malo es que en ésta partida que ahora se inicia hay personajes o personajillos que han hecho del tancredismo, de la fullería y del trapisondismo su regla de actuación política. ¿Puede pedirse a semejantes actores una representación digna? Mucho me temo que no.