Un loco envía una carta con un cuchillo a una ministra del gobierno y la noticia abre con estrépito los diarios y es portada de los periódicos. Dos días antes otro ministro, un ex vicepresidente y la directora de la guardia civil reciben cartas con balas incluidas que, increíblemente, habían sorteado todos los controles, y se arma la marimorena informativa.
La pregunta ante los hechos relatados es simple: ¿ Tenían tantísima gravedad e interés público éstas noticias para acaparar la atención de todos los medios de manera tan estruendosa ? ¿ Nunca hasta ahora se habían producido casos semejantes o es que el procedimiento seguido era muy otro, más proclive a la discreción ? Que cada cual opine según su criterio.
Lo que yo digo es que el periodismo de hoy hace llamativo lo que no desprende brillo, que juega a convertir lo anecdótico en relevante, que practica la manipulación y el amarillismo cada día con mayor afición.
Y conviene no olvidar que el tremendismo informativo se prodiga con mucha mayor frecuencia cuando la izquierda política y la extrema ídem son los protagonistas. Entonces se cargan las tintas, saltan las alarmas y los medios tocan a rebato. Porque, y ahí está el secretito, para eso sirven los regadíos económicos a las cadenas de televisión y prensa afines, a las emisoras serviles; y los toques a la banca para que pongan el freno y marcha atrás en los créditos otorgados a muchas empresas que están en quiebra técnica.
Si estamos en período electoral, como es el caso y es Madrid, el tremendismo informativo se desboca y hay que servir a los que pagan. Estos días asistimos a aperturas de telediarios y entrevistas a la carta que son, cuanto menos, risibles. E indignantes también.