Mikel Arana, director general de Ordenación del Juego y segundo del ministro Garzón en la materia, justificaba el endurecimiento de las medidas respecto al juego en que “existe la percepción social de que hay un grave problema de adicción al juego. ”Con todos mis respetos, don Mikel, aquí no se puede legislar en base a percepciones porque lo que toca es actuar en función de análisis serios, de investigaciones fiables, de datos contrastados. Lo demás son sensaciones que transmiten más emoción que razón, percepciones que se sazonan y orquestan convenientemente con la finalidad de alcanzar unos objetivos propuestos, que en éste caso están claros: la demonización y condena del juego a través del sembrado de la alarma social.
Dice el CIS, organismo poco sospechoso de ir por libre, que el juego no constituye una preocupación seria para los españoles. Lo que significa que se ha creado un problema artificial donde no existe. Y al que han contribuido de manera sobresaliente los partidos de extrema izquierda quienes, por cuestiones puramente ideológicas, han cargado contra el juego. Asumiendo barbaridades tales como “que es la droga del siglo XXI, la ruina de las familias pobres y el azote económico de los barrios obreros”. Todo pura ideología sazonada con el más tópico de los sectarismos.
Con el juego y contra el juego se está procediendo por parte de la extrema izquierda con clara saña ideológica, sin el menor sentido de la objetividad y el análisis riguroso, y con el propósito deliberado de perjudicar y dañar al sector. Quien no lo vea así está ciego o muy ideologizado. A elegir.