Llevo muchos años, quizás ya demasiados, escribiendo sobre el juego, su acontecer y sus peripecias. Y en reiteradas oportunidades me he sublevado ante la excesiva prudencia, el encogimiento verbal y la falta de respuestas contundentes por parte de destacados representantes del sector ante los reiterados ataques al juego. Siempre ha estado latente un cierto complejo llegada la hora de defender con argumentos y vigor los asuntos del juego.
Ultimamente se observa con satisfacción que ésa tendencia va cambiando. Que sobran las prevenciones excesivas, que hay que desterrar los complejos y los miedos. Y en ése estar en primera línea del fuego cruzado contra el sector y para salir en su auxilio y presto para el combate verbal emerge la figura de Pepe Vall, presidente de ANESAR. Que salta al ruedo de las declaraciones públicas cuando los salones están siendo objeto de una campaña denigratoria sin precedentes. De auténtico acoso y derribo. Y lo hace dando la cara con gallardía y argumentos, con datos y derribando un muro de falsedades, haciendo autocrítica si la ocasión lo requiere y desmontando tópicos y leyendas. Llamando a las cosas por su nombre, sin arrugamientos y no eludiendo el choque con los políticos cuando la ocasión así lo demanda.
Estamos asistiendo a una autentica cruzada cuyo objetivo no es otro que ir acabando con los salones. Con estrategas al mando de la operación que tenemos identificados. Y frente a los que no cabe arredrarse. Y en ésa lucha desigual gentes con sentido de su función y de su responsabilidad, como Pepe Vall, están dando ejemplo de cordura, de valentía y de moral para romper cuantas lanzas hagan falta por un sector injustamente maltratado.