Autor

DESDE LA AVENIDA Juan Ferrer

País de disparates

5 de febrero de 2021

Si uno echa la vista alrededor y es espectador de lo que sucede cotidianamente llega a una conclusión: éste es el país del disparate, del surrealismo político, de la tira cómica, del despropósito aceptado con absoluta normalidad, de la mentira como droga que adormece al personal y del esperpento llevado a su máxima gradación que deja al mismo Valle Inclán en pañales aunque en versión burda y carente de ingenio.

Sólo en un país cuya clase política se debate entre el vodevil, el sainete y la astracanada es concebible que una ministra de un departamento que nadie acierta a descifrar para que sirve utilice a un alto cargo, o carga, de su ministerio para hacer de niñera y pasear a sus bebés arriba y abajo, todo pagado por usted y yo. Ni que un vicepresidente del gobierno, del que nadie sabe a que se dedica, le monte un panfleto a quien fuera su íntima asesora para insultar a diario a miembros, y miembras, de su propio ejecutivo. Y que el presidente de ése gobierno, al que zarandea dialécticamente un día sí y otro también su segundo de a bordo ponga cara de palo, se haga el longui y aquí todos contentos. O que otra figura de ése bonito gobierno, bautizado así por el publicitario de cabecera, figura bailonga ella salga por peteneras afirmando sin ponerse colorado que en España hay ocho naciones, ocho, y el personal se lo trague como la cosa más natural del mundo.

Son ejemplos cogidos al azar. Hay un montón más que invitan a la carcajada o a las lágrimas más desconsoladas. Porque no me dirán que no es tristísimo vivir en un país, fenomenal por múltiples razones, donde se ha hecho de la política una astracanada risible aunque no tenga ni pizca de gracia