José Luis Merino, el abogado que lleva con mano diestra y vista penetrante la trayectoria de ASEJU, al hacer una síntesis de su historia ha rendido un tributo de gratitud hacia la figura de Francisco Manzano, quien fuera su presidente y secretario general por espacio de muchos años. Dice Merino, y lo afirma con conocimiento de causa, que Manzano ha sido uno de los hombres que con su actuación profesional más ha influido en el bingo español.
Siendo como somos los españoles cicateros en cuestión de reconocimientos y elogios me alegra que Merino haga justicia con Paco Manzano, un personaje irrepetible del bingo a escala nacional que trabajó con denuedo para mejorar y dignificar la actividad que para él tenla escasos secretos. A través de ASEJU y asumiendo una representatividad de ámbito territorial que englobaba todas las regiones Manzano trabajó con tenacidad para reparar entuertos y propiciar avances, en ocasiones mínimos pero que costaron lo suyo.
Tuve con Paco Manzano una relación intensa y afectiva. Persona de palabra caudalosa hacía gala de un lenguaje fluido y muy bien armado. Las intervenciones de Paco eran propias de quién se había preocupado por cultivarse, por adquirir conocimientos múltiples, por saber estar y decir. El bingo se lo conocía al dedillo con todos sus pros y contras y al estar desde el inicio metido de lleno en la aventura empresarial dominaba sus entresijos y sabía que teclas tocar llegado el caso.
Paco, en sus actitudes y formas era poseedor de un talante muy caballeroso, muy de persona con la que da gusto tratar. En los veranos solíamos coincidir en la playa de Cullera, a la que Manzano acudía en vacaciones para descansar junto a su familia. Tratábamos de relajarnos pero sin perder el horizonte del bingo, del que Paco era una verdadera enciclopedia. Aquéllas jornadas placenteras asomándonos a la terraza del Hotel Sicania para llenarnos los ojos del azul mediterráneo las recuerdo muy vivamente. Paco Manzano ha sido y será una institución en el bingo español. Y Merino ha hecho muy bien al puntualizarlo. Los españoles, desgraciadamente, somos en ocasiones muy olvidadizos. Demasiado, diría yo.