Volver tras el largo paréntesis festivo es coger de nuevo el pulso de la actualidad sectorial. Un pulso que ahora mismo está en fase de recuperar energías y aglutinas fuerzas para encarar el año recién estrenado. Un ejercicio que tiene como más inmediato compromiso la cita de ICE Barcelona. Una comparecencia a la que parece que todo el mundo quiere sumarse según se desprende de las manifestaciones empresariales que vienen sucediéndose anunciando su presencia en el recinto ferial de la ciudad condal.
Para la industria española la convocatoria no puede resultar extraña. Conviene recordar que las primeras ferias tras la legalización del juego en España tuvieron a Barcelona como escaparate idóneo para exhibir las creaciones que en materia de máquinas ofrecían nuestras empresas. Ha pasado mucho tiempo desde entonces y ahora la incógnita reside en el tratamiento que dispensará a la muestra la firma encargada del trasvase desde la capital del Támesis hasta la sede de la Sagrada Familia. Lo que así parece asegurado es la estancia de cantidad de firmas con los líderes internacionales en primerísima línea de exhibición y puro espectáculo.
Aunque nos pese, y a mi particularmente me pesa mucho, es que las empresas de fuste, con capital netamente español, han ido menguando con la arribada de grupos inversores con vitola foránea y la instalación aquí de compañías extranjeras que se está dejando sentir de manera ostensible, hasta el extremo de marcar pautas de actuación. No obstante, aún queda afortunadamente solera, imaginación y resortes creativos en la mayoría de nuestras compañías para hacer de Barcelona un escenario en el que mostrar su línea ascendente y su capacidad para el tuteo con los que quieren colonizarnos. Así de claro.
