Alberto Garzón y sus compadres podemitas han hecho del juego una obsesión, una cacería donde las piezas a abatir son las casas de apuestas dado que en su ignorancia, que es elevada, todo lo centran, sin hacer distingos, en éstos establecimientos.
No hay que ser un águila para percatarse del escaso trabajo que el señor ministro de Consumo tiene en su departamento. Se tuvieron que inventar de prisa y corriendo un ministerio para meterlo en el gobierno y garantizarle un sueldo de por vida. Que las funciones a desarrollar fueran casi inexistentes no importaba. Había que vestirlo de ministro, traje y corbata incluidos, y la faena se llevó a cabo con toda diligencia.
Aposentado en el despacho y para combatir el aburrimiento Garzón ha hecho del tema juego su principal razón ministerial, su estandarte y su estrategia fundamental. Y en ése quehacer vuelca sus afanes, sus conocimientos, que están escasamente demostrados, y no hay día en que no haga mención a su cruzada particular contra el juego.
Ahora Garzón quiere extender su radio de acción y anuncia que hablará con las CCAA sobre las casas de apuestas. La perra del ministro con el tema es de las de toma pan y moja. A lo mejor es que todavía no se ha enterado de que las Comunidades son muy celosas en el ejercicio de sus competencias y algunas, a lo peor, le darán con la puerta en las narices. Pero seguro que don Alberto seguirá erre que erre. Eso no lo duden, es su misión suprema. Y quizás única. Un exclusivista de la cosa.