Ahora que se abre una nueva etapa del juego en Andalucía con el gobierno previsto de PP y Ciudadanos quiero echar la vista atrás. Y recordar la figura de José Antonio Soriano que para mí leal saber y entender ha sido el regulador más notable de la Junta, el mayor conocedor del juego y el más defensor de la actividad también. Presumía, y podía hacerlo, de que lo conocían hasta los mecánicos que reparaban las máquinas, con los que se paraba a charlar e intercambiar saludos. Todo muy propio de él, un tipo campechano, abierto, con su geniecillo en su momento, pero siempre predispuesto al diálogo y la controversia.
Tuve muy largas conversaciones personales y telefónicas con José Antonio. Y no faltaron las discusiones ni los encontronazos verbales. Pero todo ello dentro de un efecto y un respeto que eran mutuos y que denotaban su capacidad de encaje y su rasgo de buena gente. Como director general del Juego de Andalucía se mojó cuando hizo falta y demostró en múltiples ocasiones su complicidad e identificación con el empresariado sectorial.
Tras el relevo de Soriano se sucedieron en cadena los nombramientos. Y a algunos no les dejaron ni tomar aire para respirar y ponerse a actuar. Otros u otras dejaron huella negativa. Y ante la apertura de un nuevo ciclo político en Andalucía quiero evocar la figura de José Antonio Soriano como uno de los grandes valedores del juego en su tierra andaluza.