Cuatro décadas de funcionamiento han desembocado en un sector del juego mayor de edad. Un sector experimentado, sólido, creativo y con arrestos que ha puesto en pie de lucha una industria pujante, que investiga, avanza y crea empleo.
Está bien ganada mayoría de edad parece que es deliberadamente ignorada por algunos. Que piensan que empresarialmente hablando, el juego necesita ser tutelado, orientado, enseñado. Como si estuviera todavía en su fase de pubertad, de educación primaria y demandara las lecciones precisas para aprender a saber lo que se debe hacer y como hay que actuar para desenvolverse en la vida.
Desde algunos feudos asociativos se subestima al juego dándole trato de menor de edad. Y bajo ésa especie de tutoría se imparten consignas a las empresas: aquí debes de ir, allá no tienes que estar, abstente de acudir a ésta llamada e ignora aquélla convocatoria.
Lo que no acabo de entender es porque unos pocos se erigen en conductores de un sector, imponiendo sus criterios y coartando la libertad individual de las empresas, y los otros acatan el vasallaje y admiten su condición de menores de edad. Como si esto fuera un juego de niños. Delirante.