El bingo de Andalucía pone rostro risueño y media sonrisa de esperanza al estrenar 2022. No es para menos: la Junta le redujo la fiscalidad en 5 puntos y la medida posibilitará el sostenimiento de los negocios y mantener el empleo. Estos son palabras mayores en tiempos difíciles donde muchos sectores están en la cuerda floja, amenazados por los efectos devastadores de la pandemia.
En el caso de Andalucía y respecto al juego en general ha habido por parte de la Junta algo esencial: sensibilidad, saber escuchar, tomar conciencia de la situación y actuar en consecuencia. Esto que parece tan simple, tan de cajón, es algo que no han hecho muchas administraciones, que han actuado en sentido contrario de lo que se entiende por colaboración. O sea que han ido a fastidiar.
Algo de lo acontecido en Andalucía le compete a Manuel Vázquez Martín el gestor del juego. Que llegado el momento de adoptar medidas subrayó que con el juego se debía actuar “exactamente igual que con el resto de sectores puesto que es uno más.”
Esta naturalidad de Manuel Vázquez para referirse al juego y su tratamiento, que es muestra de objetividad y sentido común, choca sin embargo con el talante que emplean otros colegas autonómicos para los que el juego sigue estando en una esfera semi maldita.
Lo notorio, lo que importa es que Manuel Vázquez continúe haciendo de la naturalidad una herramienta precisa para tratar de arreglar el juego andaluz.