Ya están un año más los de Forbes con la matraca de los más millonarios del mundo. Que si fulano ha bajado varios puestos y perdido la pila de millones, que si mengano subió y traspasó la barrera del sonido económica. Toda una exposición mediática del mapa del dinero, que es el que manda más allá de la política, y que sirve en la misma medida para alimentar sueños o avivar el resentimiento social. Ya verán lo que tarda la izquierda radical en montar su pachanga contra los ricachones, y si son españoles mejor.
Conociendo a Manuel Lao me consta que le trae al fresco salir en la relación de marras. Que él tiene superada la fiebre del egocentrismo a la que muchos se apuntan con mal disimulada fruición. Lo suyo es la naturalidad de andar por casa, desprovisto de cualquier tic identitario que lo aleje de unas raíces y unos métodos de comportamiento que Lao tiene muy asumidos y a los que jamás renunciará. Por mucha fortuna que exista de por medio.
Lo que debe congratularnos a todos es que la presencia de Lao Hernández en Forbes es el triunfo del juego como actividad empresarial. El reconocimiento en el espejo de los que han ganado millones, claro que sí, pero a base de millones de esfuerzos, de inteligencia, de estimular permanentemente el espíritu de superación. Manuel Lao simboliza en su persona y su obra la lucha titánica del juego español por labrarse un lugar al sol de la economía pujante, un respeto, una consideración social. Ese es el mensaje que hay que extraer. Y la lección desprendida de la trayectoria del patrón de CIRSA. La del que ha invertido millones de esfuerzos personales en su obra.