Manda huevos, que diría mi admirado Camilo José Cela. Porque de verdad manda que los jugadores rehabilitados, que cada día montan más saraos para que las administraciones y afines pasen por taquilla, organicen su jornada de turno e inviten a psiquiatras, psicólogos, sanitarios y asistentes, representantes de las amas de casa y del movimiento vecinal, y otros más con credencial para ello otorgada a dedo y se olviden de lo empresarios del sector. Porque queremos pensar, en nuestra innata ingenuidad, que se trata de un olvido, un fallo de memoria, un no caer en la cuenta.
Al margen del despiste, que si pensamos mal puede ser hasta deliberado, resulta chocante que los ludópatas rehabilitados ignoren la presencia de los profesionales en éstos actos, que algo pueden aportar desde su experiencia y conocimiento del asunto. Pero no, es más rentable recurrir a psiquiatras y psicólogos, que son , al parecer, los amos del cotarro.
Todo tiene su porqué y su punto de partida. Y en éste caso no es otro que sumarse a la algarada contra el juego promovida desde instancias claramente focalizadas y aprovechar la oportunidad para sacar un dinerito que siempre viene bien. Aunque sea a costa de dramatizar a lo bestia sobre el juego. Que es tema que vende para los forofos del escándalo. Que los hay.