Entre los empresarios de la industria del juego los hay que tienen madera de héroes. Pueden clasificarse en ése grupo que ha hecho de la palabra empresario un concepto que implica compromiso, trabajo sin regateo, espíritu emprendedor y ningún margen para el desaliento. Y fieles a ésa vocación empresarial, a ése atarse con pasión y denuedo a un proyecto y su realización no se dejan vencer por las dificultades, por duras que sean, y pelean lo indecible, extraen fuerzas de donde sea para seguir con su idea y sacarla a flote y generar empleo, que es parte sustancial de su aventura.
Las circunstancias que están rodeando la actividad del juego no son realmente las más propicias para arriesgar empresarialmente y persistir en planes de expansión. Este hecho no afecta sin embargo al empresario que lleva en la sangre su condición de tal, y al que le preocupan pero no asustan las campañas de descrédito o las amenazas destinadas a desequilibrar el normal desenvolvimiento de la actividad. El empresario sigue empeñado en lo suyo, que consiste en afanarse en el trabajo, buscar soluciones de progreso, anticiparse a las demandas del mercado, dotar de los mejores medios a su personal y mantenerse alerta frente a la competencia y a las sorpresas, nunca por lo general agradables, de la administración. Es su misión y justifica su dedicación plena. Con el escenario que tenemos delante hacen falta agallas y vocación para ejercer la función de gran empresario. Y en el sector contamos con un puñado forjados con la pasta de los héroes.