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DESDE LA AVENIDA Juan Ferrer

Lula y la seguridad jurídica para el juego

21 de marzo de 2016

La legalización del juego en Brasil va caminando y cumpliendo los tramos establecidos. Las informaciones recogidas indican, no obstante, que la marcha será lenta y quizás fatigosa hasta llegar a la meta final. Quedan de por medio muchos requisitos que cumplir y quizás, eso no lo sabemos aunque lo presumamos, muchas bocas que tapar y conciencias por convencer. Como se lograrán ambos propósitos es algo que dejo al libre albedrío de los lectores. Si bien no es difícil imaginar los procedimientos que pueden utilizarse, que son los clásicos, con mordidas económicas incluidas.

En un país tan imponente por todo como Brasil, que hace unos años emergió con fuerza inusitada encaramándose al trampolín donde toman impulso las naciones con influencia real en el mundo, llama la atención la escasa solidez de su sistema democrático, su fragilidad jurídica, la inseguridad que es capaz de generar en inversores y empresarios.

Los días de vino y rosas pasaron para Brasil, sumida ahora en una recesión política y económica. Con una presidenta Dilma Roussseff, acorralada por la corrupción y cuestionada en la calle que clama por su salida. Y en medio de un paisaje político y socioeconómico tan incierto como preocupante asistimos a la última pirueta: el blindaje de Lula como nuevo ministro de la Presidencia para evitar comparecer ante la justicia que lo tenía, al menos hasta su nombramiento, bien cogido por haber recibido donaciones al instituto que lleva su nombre por un valor de más de siete millones de euros, se supone que a costa de múltiples favores.

El caso de Lula, que sitúa la democracia brasileira bajo mínimos respecto a su calidad, enciende frente a los ojos del dinero, que procura tener vista largo, el farol de la alarma, de la precaución, del temor a que de un plumazo, sin garantías de ningún tipo, puedan venirse abajo con estrépito proyectos y negocios.

El juego, en Brasil, ya vivió una fase anterior de explotación y dinamitación del sector. El juego floreció, tuvo una etapa boyante y se acabó. Hasta hoy. Los avatares del país, su falta de garantías jurídicas llegado el caso siembra dudas. Nada puede predecirse sobre el funcionamiento normalizado de una actividad, máxime si ésta es el juego que atrae la codicia de los amigos de sacar tajada. Pero lo cierto es que acciones bochornosas políticamente hablando, como la perpetrada por Lula con su compinchada Dilma, dicen muy poquito en cuanto a la seguridad que brinda Brasil a los inversores. En el caso que nos ocupa a los futuros empresarios del juego.