Como españoles debemos sentirnos orgullosos de que empresas de nuestro país se expandan por el mundo dejando constancia de sus valores en cuanto a dotación tecnológica, productos de calidad, capacitación profesional y sentido emprendedor. Estas son virtudes imputables a compañías como LUCKYA que bajo el mandato y el talento de José González hace tiempo iniciaron un vuelo de mucha altura con aires de universalidad que está reportando óptimos frutos el Grupo y ensanchando de manera progresiva sus ámbitos de actuación en distintos continentes.
Esta fase de crecimiento que no se da tregua por parte de LUCKIA encuentra su confirmación en Camerún, donde la compañía no sólo se ha asentado si no proyecta ir aumentando su presencia y generando puestos de trabajo, capítulo de trascendencia capital sobre todo en la mayoría de países africanos, necesitados de ayudas y colaboraciones de carácter económico y técnico que contribuyan y faciliten su despegue social, la mejora sustancial de sus reglas de convivencia.
LUCKIA está instalada y con signos de triunfo en diversos países. Su despegue internacional admite el calificativo de espectacular por el período de tiempo y la forma en que se ha desarrollado. Pero lo de la presencia en África pienso que es un capítulo aparte. Jugar la carta africana supone por parte de José González y su equipo directivo estar en posesión de una más que notable sensibilidad empresarial, de valorar la iniciativa crematística evidentemente pero también conferirle una dimensión humanística que conviene no olvidar cuando se trata de un continente que demanda ayudas de muy variado signo.
Acciones como la presencia de LUCKIA en África sirven para mostrarnos el lado humano del capital y su compromiso con la creación de mano de obra y el robustecimiento de la economía en los lugares que más lo reclaman. Bien por LUCKIA.