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DESDE LA AVENIDA Juan Ferrer

Loterías, todo a lo grande

7 de julio de 2025

Sí, damas y caballeros, Loterías del Estado lo hace todo a lo grande. Tiene parné para ello y alardea de su poderío. Al frente de SELAE hay un enchufado que cobra un salario de toma pan y moja, superior a la mayoría de cargos públicos. El tío trinca miles de euros anualmente para gestionar la comercialización de un producto que se vende solo. Tampoco importa demasiado si las ventas flaquean papá Estado está detrás y asume lo que le echen.

La apoteosis del despilfarro de Loterías llega con los sorteos de Navidad y el Niño, las dos perlas brillantes de la corona. Tocando éste punto hay que tirar la casa por la ventana. Publicidad a toda pastilla sin reparar gastos. En el caso navideño conviene aderezar el relato con gotitas de emoción y una suave salsa lacrimógena. Hay que apelar al sentimentalismo de la ciudadanía para que la operación salga redonda y los décimos se vendan como el agua.

Loterías prevé desembolsar hasta 33 kilitos de euros contantes y sonantes en sus campañas publicitarias de Navidad y el Niño. La inversión, muy altita ella, no está destinada a crear ningún tipo de adicción, no me sean mal pensados. Hablamos de una modalidad de azar de un blanco blanquísimo que sólo deja huella de limpieza. Los 33 kilitos de marras se emplean en contarnos historias que narran lo que la Lotería del Gordo y del Niño contribuyen a que seamos más felices, tiernos, amantes de la familia y generosos con los amigos. La finalidad de SELAE es sacarnos los cuartos con la compra de sus décimos pero a través de unos mensajes tocados por la varita mágica del ternurismo y la lagrimita fácil.

Y luego está lo del concurso de agencias publicitarias para desarrollar la campaña. Conociendo el paño de los contratos gubernamentales, pobrecido Santos Cerdán, inocente y víctima de una derecha sin escrúpulos, y de los puteros Abalos y Koldo, que de amaños saben un poquito, no me extrañaría que el asunto estuviera ya adjudicado. Mal pensado que es uno. Pero quiá, el gobierne sigue proclamándose autotrasparente. Casi nada.