Este país es pródigo en el esperpento, el sainete o la comedia bufa que acontece y se interpreta a diario en cualquier ámbito , incluso en los presumiblemente más serios. No hay más que echar una ojeada al panorama político para percatarnos de que estamos asistiendo a un auténtico sainete, con escasa gracia por otra parte.
Dentro de éste ambiente de vodevil sale la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) haciendo un llamamiento para prohibir la publicidad de los juegos de azar. Así, de golpe y en un arrebato de proteccionismo social. Pero incluye en su aldabonazo un ligero matiz. Sutil y muy fino. Stop para todos excepto para los billetes de la Lotería Nacional, que es algo muy nuestro, muy típico y no hace ningún daño.
A uno, malpensado por naturaleza, le huele mal esto de la OCU queriéndose cargar a todos los anunciantes del juego excepto a SELAE. Del asunto se desprende un cierto tufo, un aroma de connivencia entre ambos organismos. Porque da mucho que pensar la propuesta: mordaza publicitaria para las empresas y sólo se salva la blanca, pura y virginal lotería. Que nos machaca publicitariamente con sus premios millonarios y sus sueños idílicos, Pero tranquilos: aquí no existe riesgo alguno de adicción ni nada que se le parezca. Aquí todo es felicidad, sueños e invitar a jugar. Lo dicho: un país de esperpentos.