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DESDE LA AVENIDA Juan Ferrer

Los que viven de alarmar

5 de julio de 2016

Cuando el casino, o los dos casinos, que el BCN World proyecta en Cataluña son todavía una realidad más que distante, una asociación de ludópatas ya ha salido solicitando que el 2% de los beneficios de éstos presuntos negocios se destinen a combatir las adicciones al juego. 

O sea que mucho antes de empezar la función se rinde un servicio impagable a la futura actividad anticipando que aquéllos locales serán un foco de perdición. Por lo que de antemano hay que adoptar medidas profilácticas para prevenir la plaga de ludopatía que se avecina. 
 
Con ayudas tan estimables como ésta que brinda la citada asociación, ¿ pretendemos trasladar a la opinión pública una imagen normalizada del juego, despojándolo de los prejuicios que pasan sobre la actividad ? Evidentemente no. 
 
Estudios divulgados recientemente demuestran con datos y análisis que la ludopatía no reviste caracteres alarmantes en España y que nuestro país no tiene un problema social con el juego adictivo. Que afecta a un porcentaje mínimo de la población.
 
Lo que sucede es que las asociaciones que viven de las subvenciones oficiales y de las ayudas de las empresas del propio sector , son las primeras interesadas en alimentar el fantasma de la ludopatía. De sobredimensionar la magnitud e incidencia social del problema para pasar por ventanilla y cobrar las correspondiente factura.
 
Si los casinos de Cataluña se encuentran actualmente en estado embrionario, siendo optimistas, y ya vamos encendiendo las luces de emergencia pues apaga y vámonos. No estamos haciendo otra cosa que alimentar los tópicos y leyendas perniciosas que hacen del juego una lacra que debe ser combatida con mano de hierro. Y semejantes tópicos, aventados de forma conveniente y trasladados a la opinión pública a través de informaciones en las que prima el dato escandaloso, influyen no solo en la percepción que del juego tiene la sociedad sino en los propios estamentos oficiales a la hora de decidir y regular .
 
La izquierda política radical se ha movilizado contra el juego en los proyectos fallidos de complejos de casinos. Y lo ha hecho en base a los criterios manidos de ésos clichés tan antiguos que asocian el juego a todos los vicios habidos y por haber. Lo mismito que los ludópatas, que viven del rollo, que con las luces apagadas y las ruletas mudas ya advierten de la plaga bíblica que caerá sobre Cataluña. Así difícilmente podemos lavar la cara del juego. La real, sin maquillajes que desfiguran.