Hay gentes de la industria, como existe en todas partes, que dicen no leer las noticias que se publican, ni los artículos, ni nada. Gentes declaradas como no amantes de la lectura con las que hay que ser, faltaría más, muy respetuosas. En un marco de libertad, en un régimen democrático, hay que dejar que cada uno haga lo que le venga en gana, siempre y cuando no joda al prójimo claro. Gente que prefiere jugar al golf, divertirse o coger un berrinche en el fútbol o pasárselo pipa con una serie antes que coger un libro o aburrirse con un periódico, que casi siempre trae lo mismo, pues allá ellos con sus gustos y sus preferencias que son intocables.
Ahora bien en éste asunto conviene hacer un matiz respecto a los que se declaran no lectores. Y por tanto no se enteran cuando una información fidedigna y elogiosa se refiere a su empresa y las metas alcanzadas. O cuando se le dedica un artículo de opinión glosando laudatoriamente su trabajo y su impecable trayectoria profesional. Sucede que como éstas personas sienten una clara aversión hacia la lectura y por tanto no reparan en las noticias divulgadas en éste caso por los medios especializados pues no dispensan ningún tipo de reacción. Para ellos no ha existido y por tanto nunca podrán ser calificados de olvidadizos o, simplemente, mal educados.
Contrasta ésta fobia ostensible hacia la lectura cuando un medio se atreve, circunstancia no habitual, a difundir un texto ligerísimamente crítico con una empresa determinada o su cabeza rectora, o comete un error, por pequeño que sea, sobre la actividad de la compañía o su líder. Entonces sí que él no lector se ha enterado de todo de pe a pa, y te llama a las siete de la mañana, que ya es madrugar, para trasladarte su cabreo, su ira o su amenaza, velada porque no ignora con quién se juega los cuartos. La bronca ésta asegurada.
Frente a situaciones como las descritas, que de vez en cuanto se producen, no cabe otra que preguntarse: ¿ Pero se lee o no se lee ? Dejemos las cosas como están y tiremos para adelante. Con un buen libro para devorar en la mesita de noche. Los del golf que sigan con el palo.