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DESDE LA AVENIDA Juan Ferrer

Los prejuicios de la izquierda hacia el juego

23 de diciembre de 2015

La izquierda política en general, y de modo muy acentuado la de corte radical, siente una particular ojeriza hacia el juego. Se puso en pie movilizándose contra el proyecto Eurovegas en Madrid, aduciendo que traería consigo vicio, mafias y putas. Y ahora los anticapitalistas de la CUP una de las primeras medidas que plantean es el bloqueo de BCN World. La cantinela para oponerse a la consabida leyenda de las maldades que se derivan del juego en forma de prostitución, gansterismo y ruina doméstica.

Las Vegas era un desierto donde los buitres planeaban sobre las crestas rocosas del gran cañón. La vida no era ningún camino de rosas por aquéllos parajes inhóspitos de tierras calizas en las que malvivían en las reservas los penúltimos representantes de las tribus indias. Y un buen día llegó un visionario levantó un casino y floreció allí la primavera de las prosperidad. Comenzaron las inversiones, el terreno pedregoso dejo vía libre a la autopista y se crearon cientos, miles de puestos de trabajo. Hubo y hay, por descontado que sí, brotes gansteriles y casas de putas, como ahora existen en cualquier sociedad instalada en Nueva York, Madrid o Sevilla. Pero Las Vegas es la ciudad de la fantasía y cartón piedra en la que se celebran los congresos más numerosos e importantes del mundo, que cuenta con los mejores hoteles del universo y en la que las miles de personas que allí se dedican a sus quehaceres profesionales están estupendamente remuneradas. Las Vegas es, con sus claroscuros, sus tópicos, sus películas de cine negro, una población económicamente opulenta, en la que las empresas no dejan de invertir y de dar trabajo con salarios apetitosos.

Cito el ejemplo de las Vegas precisamente por ser el modelo más denostado por esa izquierda cerril, que todavía no ha superado las consignas leninistas ni ha salido de los estrechos límites de la comuna, porque con él se visualiza claramente la pertinaz ceguera de una ideología. Una ideología autoaupada en la tarima de la superioridad moral respecto a la derecha que tiene una serie de tabúes. Entre las que el juego es uno de sus anatemas. Odio al juego es lo que pregonan a la menor ocasión un puñado de perroflautas empeñados en poner piedras en las ruedas del progreso y el bienestar social. Odio al juego concebido como una actividad empresarial condenable. Lo de la generación de riqueza y el pan bajo el brazo de los salarios les trae sin cuidado. Es lógico: eso nunca fue lo suyo