Autor

DESDE LA AVENIDA Juan Ferrer

Los políticos y el juego

19 de mayo de 2023

No diría yo que se pierde el tiempo convocando a los políticos a actos del juego privado. Para escucharlos, pulsar sus opiniones, comprobar que piensan sobre el sector e invitarles a que se mojen y entren en materia, cosa que nunca harán en el noventa y cinco por ciento de los casos. Y me quedo corto. Insisto: no hay inconveniente al invitar a la clase política para que hable y escuche al sector pero sabiendo de antemano que los resultados no se traducirán posteriormente en algo tangible, positivo.

Los representantes del pueblo, que en ocasiones sólo se representan así mismo, van a lo suyo: proyectando imagen, hablando, derrochando verbo, prometiendo hasta lo imposible y, en lo tocante al juego, mostrándose hábiles en el regate dialéctico, zizzagueantes en sus posicionamientos, cautos hasta la exageración. En definitiva a lo más que llegan es a anticipar la posibilidad de adoptar decisiones sin concretar demasiado. Esto en alusión a los representantes de los partidos de centro derecha. Si nos referidos a los de izquierda y extrema el tratamiento que dispensan al juego lo conocemos demasiado.

Decía Juan Lacarra sobre el tema y haciendo gala de agudeza: "Muchos de nuestros políticos nos conocen y aún así siguen regulando mal." Y al dar cuenta de ése grado de conocimiento supongo que se estaba refiriendo a una clase política que no se declara antijuego, que se muestra proclive al diálogo y que tratan de abordar los asuntos del sector con una cierta visión objetiva. De los otros sólo cabe esperar restricciones al por mayor y garrotazo y tente tieso.

Aunque las posiciones públicas de los políticos van modificándose los avances en éste terreno son extraordinariamente lentos y los hechos así lo corroboran. La imagen del juego, la mala imagen que se encargan de difundir y explotar desde instancias concretas, consigue que el tema incomode al político y logra que se retraiga y si es posible escaquearse mucho mejor. No hay que llamarse a engaño: es lo que hay.